¡Olvídate de tu dieta en el día de la Sachertorte! Es tal su capacidad para aliviar los males, crear buenas vibraciones, impartir sentimientos de lujosa decadencia y hacer que las ocasiones especiales sean especiales, que debería tener toda una semana/mes dedicada a ella. Sí, ¡la Sachertorte se merece algo más que un día! Mírala, dilo: la propia palabra es mágica: ¡Sachertorte! El mero hecho de escribirla en tu lista de la compra es el preludio de la fiesta, la indulgencia y el placer culinario.
Admira y desea su oscura voluptuosidad gratuita mientras posa seductoramente en el plato invitándote a entrar en su mundo de pecado. ¡Imposible resistirse! Esta es la tentación más dura en su nivel más muscular. Cierra los ojos al dar el primer bocado: la Viena de principios de siglo impregna los sentidos, casi puedes oír un vals de Strauss… ¡Viva el Día de la Sachertorte!
Historia del Día de la Sachertorte
Esta tarta de chocolate mundialmente famosa debe sus orígenes al aprendiz de cocinero Franz Sacher, que la creó para los invitados del canciller austriaco Klemens von Metternich en 1832. De hecho, Sacher estaba sustituyendo al jefe de cocina, que había caído enfermo, cuando tuvo este golpe de genio. Cuando se sirvió, a los invitados les encantó, y el propio canciller quedó impresionado. Aun así, la Sachertorte tardó años en convertirse en uno de los postres más famosos y queridos del planeta. Al final, Sacher se instaló en su ciudad natal, Viena, y allí continuó sus actividades culinarias. ¡Un merecido danke, Herr Sacher!
Cómo celebrar el Día de la Sachertorte
¿Cómo podríamos celebrar el día de la Sachertorte…? Comiendo, por supuesto Y si tienes tiempo y te gustan los retos culinarios, quizá quieras probar a hacer tu propia Sachertorte desde cero No es tan difícil como se podría pensar. De hecho, lo más difícil es intentar dejarla reposar durante uno o dos días sin comerla, para que todos los sabores se impregnen entre sí.
Torta Sacher sencilla
Ingredientes:
- 150 g de chocolate negro
- 150 g de mantequilla sin sal, ablandada
- 120 g de azúcar blanco
- 1/2 cucharadita de extracto de vainilla auténtico
- 5 huevos, separados
- 90 g de almendras finamente molidas
- 60 g de harina de uso general
Para la cobertura y el glaseado:
- 6 cucharadas de mermelada de albaricoque, colada
- 150 g de chocolate negro
- 200 ml de nata líquida
- 30 g de chocolate con leche
Precalienta el horno a 180C. Engrasa y enharina un molde redondo y profundo de 23 cm/9 pulgadas. Derrite el chocolate a fuego lento, removiendo de vez en cuando, y enfríalo. Bate la mantequilla en un cuenco hasta que esté blanda, y luego añade lentamente el azúcar hasta que la mezcla sea esponjosa.
Añade el chocolate enfriado y el extracto de vainilla y vuelve a batir para obtener una mezcla homogénea. Añade las yemas de huevo, las almendras molidas y la harina. Bate las claras de huevo en otro cuenco a punto de nieve. Añade un tercio de ellas a la mezcla de chocolate y mézclalas enérgicamente. A continuación, incorpora suavemente el resto de las claras de huevo.
Vierte la masa en el molde preparado y hornea durante unos 45-50 minutos. Deja que el pastel se enfríe en el molde antes de sacarlo.
Para hacer la cobertura, calienta la mermelada de albaricoque en una sartén pequeña y píntala uniformemente sobre la parte superior y los lados del pastel enfriado. Reserva.
Por último, haz el glaseado partiendo el chocolate negro en trozos. En un cazo pequeño, calienta la nata hasta que esté caliente (con cuidado de no quemarla), y luego retírala del fuego y añade el chocolate. Remueve hasta que el chocolate se haya derretido, y luego enfría hasta que la mezcla adquiera una consistencia de cobertura.
Vierte este glaseado en el centro de la tarta y extiéndelo por encima y por los lados, lenta y suavemente, y deja que se cuaje. Sirve con nata montada sin azúcar.
¡Buen provecho!
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